Cursillos para una Colombia cívica

1. La tormenta social y económica que ha desatado la pandemia del Covid-19 y la consecuentes crisis laboral y empresarial, exigen un esfuerzo común para trabajar – con miras a un futuro – ordenada e intensamente, buscando sanar a nivel nacional, esta profunda herida, y así lograr progresar hacia una sociedad más justa e igualitaria.

2. Este esfuerzo bajo el lema: “hay que aprender a aprender”, se debe realizar en pequeños grupos para que tenga efecto duradero en cada ciudadano, pero luego debería promoverse y expandirse dinámicamente a través de múltiples agrupaciones. Ya sean formadas por funcionarios u otros grupos de trabajo o, en general reunidas por invitación o por voluntad propia, tienen que dejar a un lado, para ser constructivas, los temas de discusión de cualquier ideología partidista, de creencia religiosa, de clasificación en jerarquías o de prejuicios raciales o de clase. Estarían convocados todos los ciudadanos o ciudadanas en edad suficiente para relacionarse en diálogos constructivos y enfocadas a mejorar nuestra calidad como personas dignas y en convivencia. 

3. En la actualidad estamos enfrentando nuevas elecciones y se siente la necesidad de una Constitución renovada. Por ello es indispensable partir, para cualquier reflexión, del momento actual, del “aquí y ahora”, y basarse en datos reunidos tan veraces como sea posible. Hay que evitar el error que hizo perder toda su fuerza a la Constitución vigente, ya que esta partió de una definición del país como si fuese ya perfecto, cuando hubiera debido afirmar que esa perfección, aun remota, era el objetivo que tendríamos que buscar por medio de múltiples esfuerzos y reglamentaciones necesarias para alcanzar esas metas. Y que eso implica paciencia y tolerancia para lograr definir las fallas que nos aquejan y luego obrar con la gradualidad y el orden que ellas requieren y permitan.

4. La propuesta no surge de la nada. A mediados del siglo pasado, como consecuencia de las catástrofes de las guerras mundiales, se aplicó la metodología de grupos que buscaban ante todo “aprender a aprender”, utilizables en cualquier campo de acción. Así logró éxitos en el campo administrativo público, en empresas privadas,en grupos religiosos y, en general, en la toma de conciencia cívica. Esto se puede ver en libros como “ El cambio personal y organizacional a través de métodos grupales”de E.H. Schein y W.G Bennis, publicado por Herder en su Biblioteca de Psicosociología.

Ojalá, en Colombia, un grupo nuestro de simples ciudadanos pero con formación adecuada y con espíritu constructivo, pueda invertir el tiempo necesario y cubrir los costos iniciales, para promover, en el “aquí y ahora”, la iniciativa que proponemos, y que tanto necesitamos.

5. Es claro que la violencia y corrupción que nos han venido agobiando parecen frenar cualquier esfuerzo progresivo, pero eso mismo lo hace más urgente. Sólo una creciente formación de ciudadanos de bien podrá enfrentar esas monstruosidades y acercarnos a una paz duradera.

Al hablar del respeto que necesita cada persona en su intimidad, mencionamos que se deben dejar a un lado aspectos como su creencia religiosa. Pero por eso mismo creo que es necesario tener siempre presente a Dios, y que debemos acudir a El, ya que todo está en sus manos. Esto vale tanto para los que tenemos fe como para los agnósticos que, en cierta manera, siempre lo están buscando, y aun los que se dicen ateos que, reconociendo la espiritualidad del ser humano, lo que rechazan suelen ser ciertas definiciones de un Ser (en sí innegable por el asombro que produce en nosotros cada detalle de la naturaleza) que siempre estará más allá de nuestro alcance intelectual.

6. Nuestra dignidad se cimenta en la libertad, pero no en el Debemos reconocer nuestra pequeñez y nuestras debilidades y no juzgar a nadie, pero debemos aceptar que estamos dotados de una conciencia que nos marca claramente la diferencia entre el bien y el mal. Las circunstancias personales son tan diversas que hacen de cada persona un ser único y no reemplazable, por eso en cualquier diálogo que se establezca en busca de la verdad nos enriquecemos unos a otros y eso nos hace mejores ciudadanos.

(Edgar Hosie, Cajica, Julio de 2021.)

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